martes, 30 de junio de 2009

Shadow of the Colossus


Cuando empiezo una opinión, o reseña, o review, o como le quieran llamar, de algún videojuego regularmente procuro compararlo con alguna experiencia similar de dominio popular, ya sea alguna película, programa de TV u otro juego, y al intentar encontrar similitudes en la experiencia de jugar Shadow of the Colossus no puedo encontrar ninguna que se empate totalmente, ni siquiera remotamente, a lo mejor a algunas personas les puede hacer similar a Zelda, pero para mi no tiene mucho que ver.


Época medieval, soledad, paisajes y aventura pudieran ser palabras que les transmitan la idea.

¿Y como empieza esta historia?

Vamos atravesando un bosque con un lento cabalgar de tu corcel, a pesar de las limitadas gráficas del PS2 se logra transmitir el sentimiento de tristeza en el ambiente, es evidente que no llevamos prisa, montado van el que será el protagonista de esta historia junto con una doncella aparentemente inconciente, al llegar al final del bosque se encuentran con un acantilado y le único camino a seguir es un angosto y kilométrico puente de piedra que te lleva a un gigantesco castillo.

El puente luce fantástico y hermoso pero pareciera inútil, continuas tu camino y entras al castillo que luce oscuro y solitario, no parece existir vida en el, desciendes por unas escaleras hasta llegar a un salón muy grande, al final del mismo se ve la luz del día y una especie de cama de piedra, te acercas, bajas de tu caballo y pones el cuerpo de tu acompañante sin vida en ella.

Haz llegado hasta ahí para pedir un deseo, tu acompañante esta muerta y quieres que la vuelvan a la vida, de alguna manera invocas al que es capaz de concederte tal favor. Al parecer estas tierras son prohibidas y en ella habitan 16 colosos de piedra, la voz que responde a tus plegarias te pide a cambio derrotar a estos gigantes.

No te da pistas, ni consejos, ni armas superpoderosas, solo la orden que debes cumplir si quieres tener a tu acompañante de vuelta.

Así de sencilla es la razón por la cual comienzas esta batalla, tus herramientas solo son, un arco con flechas, tu corcel y una espada que te ayuda a encontrar la dirección para enfrentar al gigante en turno.



Sales del castillo y llamas a tu caballo de un silbido, lo montas y empiezas tu cabalgar por los inmensos escenarios que te rodean, no hay música para ambientar tu largo camino, solo el sonido de el andar de tu caballo y del viento que mese tus cabellos, la grandeza y la soledad de lo que alcanza tu vista resulta memorable; un mundo que luce tan muerto y al mismo tiempo tan lleno de vida, tan simple pero tan fantástico ¿como lograron transmitirme ese sentimiento con unas gráficas que hoy en día lucen viejas? es un misterio.

Te diriges valeroso a enfrentar a tu primer oponente siguiendo el rayo de luz que emite tu espada al dirigirla al cielo mientras cabalgas a toda velocidad. La luz te dirige hacia un muro de piedra, no hay manera de continuar con tu caballo, así que bajas de el y empiezas a escalar, la cumbre se ve lejana y debes de fijarte bien de donde te sujetas, después de unos minutos escalas hasta la cima solo para llegar y sentirte indefenso ante un enorme monstruo de piedra que ni siquiera se inmuta por tu presencia, pues le resultas tan insignificante como una araña a un elefante. Desenfundas tu espada y te diriges a toda prisa hacia el, sueltas tu primer golpe pero tu espada rebota como sucedería en la realidad si la estrellas contra una piedra. ¿Como vas a derrotar a este gigante? no hay rayos electrificantes, no hay pistolas de plasma o bazucas superpoderosas, no hay brincos sobrenaturales, ni naves, solo una física y movilidad muy similar a la del mundo real, pero sabes que existe una manera de derrotarlo y la tienes que encontrar. Ese es el gran reto de el juego, ninguno de los 16 colosos se derrota de la misma manera, todos ellos muy diferentes entre si, puedes necesitar a tu caballo o no, tal vez tu arco en el siguiente o aprovechar su torpeza, o tu velocidad o tu tamaño.

No les quiero arruinar la sorpresa, así que no les adelantaré detalles es realmente una experiencia peculiar imperdible que no encontraran en otro lado.


No se asusten, no es un juego en el que se tengan que clavar con ítems, mejoras o con acertijos, tampoco tendrán que invertirle muchas horas, el juego es muy simple y de hecho es corto si se la llevan muy de prisa, bien pueden derrotar a un coloso por día o por semana o por mes y no le perderán el hilo por que la narrativa no es compleja, no hay huecos en la historia ni secretos por descubrir y aun así es un deleite jugarlo y su guión es digno de una película "hollywodense".

Obvio no les voy a adelantar el final de este juego, pero si les diré que los va a enganchar y lo vivirán como ningún otro, pues la participación que tienes te involucra invariablemente y el sentimiento que te quieren transmitir los creadores se logra muy bien dejándote en el lugar correcto para disfrutar el clímax de la historia, es sin lugar a dudas EL MEJOR FINAL DE LA HISTORIA DE LOS VIDEOJUEGOS.

Tampoco me quiero clavar en ondas técnicas, el control es muy natural, 5 minutos jugándolo y conocerás todos los botones, la manera en la que implementaron el manejo del caballo es magistral, realmente sientes que cabalgas uno y aunque las graficas hoy en día resultan viejas te transmiten mucho.

Si tienes un PS2 o PS3 retrocompatible NO lo puedes dejar pasar, hoy en día ya es un clásico, y tratar de describir los aciertos de este juego sería "spoliarlo" (si me permiten el término).

Definitivamente este juego merecería un 10 absoluto, pero como aquí somos muy mamones para calificar le daremos un 9.8 por unos pequeñísimos detalles en el control que pudieran resultar molestos pero nada que los saque de contexto.

Recuerden mis palabras, si tienen oportunidad juéguenlo, no se van arrepentir. Y además quiero leer sus opiniones del juego.

CHEQUEN EL TRAILER:

miércoles, 29 de abril de 2009

El congreso aprovechara la crisis de la influenza como cortina de humo

Me llego este mail hace unos minutos:

México, D.F. 24 de abril de 2009



A los egresados, alumnos y trabajadores

de la Universidad Nacional Autónoma de México,

del Instituto Politécnico Nacional,

de la Universidad Autónoma Metropolitana y

de otras universidades públicas y ciudadanos democráticos.

El gobierno de la República, encabezado por el Presidente Felipe Calderón, ha iniciado una serie de medidas con el propósito de separar a las vocacionales del Instituto Politécnico Nacional, y a las preparatorias de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Esta acción tiene, por supuesto, como objetivo debilitar a las universidades públicas y favorecer a las universidades privadas, persistiendo en el modelo neoliberal que ha causado la quiebra de aquellos países que han seguido irrestrictamente los lineamientos del Fondo Monetario Internacional, como el nuestro.

Las preparatorias de la UNAM y las vocacionales del IPN se han caracterizado por la calidad de sus egresados y están en los primeros lugares de aprovechamiento nacionales y han sido el semillero de las cuales se alimentan estas dos grandes instituciones de la educación superior pública del país, constructoras del mismo.

Si como han venido operando lo han hecho bien, si han demostrado con toda claridad su éxito y superioridad, ¿qué sentido tiene hacerlas una especie de CONALEPs? ¿se trata de formar mano de obra más barata y de menor calidad? ¿Menos oportunidades de una vida mejor para los jóvenes? ¿Se trata de formar profesionistas de segunda o tercera clase?

Como prueba de estas aviesas intenciones, ahora se elimina de los planes de estudio del nivel medio superior, materias de la mayor importancia para el desarrollo intelectual de los jóvenes: ¿a quién se le ocurre eliminar materias como lógica, ética y filosofía? ¿Será porque nuestros políticos, a todos los niveles, ni las conocen ni las usan? ¿Por qué eliminar materias cuyo propósito fundamental es enseñar a pensar? ¿O se eliminan precisamente por eso?

La educación de calidad de los mexicanos y el derecho de los jóvenes a una educación digna está en juego. No lo permitamos.

Ni un voto al PAN, promotor y ejecutor de estas atrocidades, en las próximas elecciones. Defendamos el derecho de los jóvenes de cualquier extracción social a una educación de calidad y a una vida mejor.

Otra caso que persigue un objetivo semejante es el del Canal Once, del IPN. Fue nombrado director del mismo un individuo cuyo único y puro criterio es el comercial y quien pretende hacer del canal del IPN uno con cobertura nacional, para lo cual había que hacer brillantes adecuaciones. Una de sus primeras acciones fue el intento de eliminar de la programación el valioso programa de Cristina Pacheco y otros de los que crean conciencia social, sustituyéndolos por programas de una lamentable calidad; otra acción alevosa fue la de haber dejado de mencionar en sus cortinillas y créditos al IPN (seguramente para irnos acostumbrando a su eventual privatización), ambas acciones fueron echadas atrás, al menos en parte, porque la teleaudiencia del canal protestó masivamente.

Estas acciones, aparte del hecho de que pretenden hacer del Canal Once otro más del estilo de los canalizadores de basura de los dos grandes consorcios televisivos, violan flagrantemente la Ley Orgánica del IPN, misma que describe al canal Once como integrante formal de su patrimonio y como un órgano de difusión de la ciencia y la cultura, y no aquello en lo que se pretende convertirlo.

El gobierno de Calderón y el partido del cual proviene, sólo están esperando que pasen las elecciones del próximo julio, para dar el golpe a la educación pública superior y a la difusión de la ciencia y la cultura de alto nivel, actividades, ambas, que desprecian y desconocen y que son evidentes obstáculos para sus ocultos propósitos.


¿Sera?